EL ARTE REGIO EN LAS ANTIGUAS CULTURAS MEXICANAS
Ciertamente, la sabiduría antigua de Anáhuac es formidable; este arte de naturaleza realmente objetiva, es claro que se halla asociado a la ciencia y a la religión en su forma más pura; en tiempos de las antiguas culturas Maya, Zapoteca. Tolteca, etc., nunca estuvo el arte divorciado de la religión, de la ciencia y de la filosofía.
Por medio del arte se llega directamente a la Conciencia, por medio del arte se instruye al cerebro emocional, y esto es grandioso. En los tiempos de la antigua Grecia, en Eleusis, el arte también se hallaba asociado a la religión, a la filosofía y a la ciencia; en la antigua Babilonia, el arte era eminentemente místico, profundamente filosófico y también científico; en los tiempos antiguos, el arte nunca fue subjetivo.
En la Babilonia que floreció en otras edades, existió el Teatro, y entonces se instruían los tres centros de la máquina humana: el intelectual, el emocional y el motor. Bien sabemos nosotros los gnosticos que la Ley del Eterno Heptaparaparshinok, es decir, la Ley del Siete, gobierna todo lo creado; así que, nunca faltaba en las esculturas de la antigua Babilonia, o bien en los monolitos y esculturas del México milenario, la sabiduría artística basada en el número siete. Si alguna de esas piezas artísticas, alguna reliquia, resulta con pequeñas roturas, fácilmente pueden ser confundidas con algún deterioro ocasionado por el tiempo, pero esto se debe, precisamente, al hecho de querer llamar la atención sobre la Ley Sagrada del Heptaparaparshinok.
En el México antiguo, glorioso, se hablaba por medio de la danza sagrada, se hablaba por medio de la palabra, y se hablaba también a través de ciertos símbolos científicos; en Babilonia, la música, la danza, la filosofía y la ciencia, se expresaban vivamente en el Teatro. Por medio de la danza, a través del centro motor, se instruía al centro emocional, pues fluía la emoción más pura, y a través del centro intelectual, se concebían ideas trascendentales y trascendentes. Se instruía al centro intelectual, al centro emocional y al centro motor; se usaba la danza, la palabra que iluminaba, la mística religiosa, y los tres cerebros del ser humano recibían ilustración.
Las danzas de Egipto, de Grecia, de la India, de Persia, y también esas danzas extraordinarias de nuestros antepasados aztecas. La sabiduría que floreció en el México antiguo, es la misma de Egipto, es la misma de la India milenaria, la tierra sagrada de los vedas; es la misma de Troya, de Roma, de Cartago. Quienes piensan erradamente que nuestros antepasados de Anáhuac adoraban ídolos, están totalmente equivocados, porque México tiene una cultura extraordinaria y maravillosa que deviene de los más antiguos tiempos; bien podría México haber conquistado a Europa, para haberle enseñado la Doctrina Solar, para haberla llevado al nivel de la más alta civilización.
Por medio del arte se llega directamente a la Conciencia, por medio del arte se instruye al cerebro emocional, y esto es grandioso. En los tiempos de la antigua Grecia, en Eleusis, el arte también se hallaba asociado a la religión, a la filosofía y a la ciencia; en la antigua Babilonia, el arte era eminentemente místico, profundamente filosófico y también científico; en los tiempos antiguos, el arte nunca fue subjetivo.
En la Babilonia que floreció en otras edades, existió el Teatro, y entonces se instruían los tres centros de la máquina humana: el intelectual, el emocional y el motor. Bien sabemos nosotros los gnosticos que la Ley del Eterno Heptaparaparshinok, es decir, la Ley del Siete, gobierna todo lo creado; así que, nunca faltaba en las esculturas de la antigua Babilonia, o bien en los monolitos y esculturas del México milenario, la sabiduría artística basada en el número siete. Si alguna de esas piezas artísticas, alguna reliquia, resulta con pequeñas roturas, fácilmente pueden ser confundidas con algún deterioro ocasionado por el tiempo, pero esto se debe, precisamente, al hecho de querer llamar la atención sobre la Ley Sagrada del Heptaparaparshinok.
En el México antiguo, glorioso, se hablaba por medio de la danza sagrada, se hablaba por medio de la palabra, y se hablaba también a través de ciertos símbolos científicos; en Babilonia, la música, la danza, la filosofía y la ciencia, se expresaban vivamente en el Teatro. Por medio de la danza, a través del centro motor, se instruía al centro emocional, pues fluía la emoción más pura, y a través del centro intelectual, se concebían ideas trascendentales y trascendentes. Se instruía al centro intelectual, al centro emocional y al centro motor; se usaba la danza, la palabra que iluminaba, la mística religiosa, y los tres cerebros del ser humano recibían ilustración.
Las danzas de Egipto, de Grecia, de la India, de Persia, y también esas danzas extraordinarias de nuestros antepasados aztecas. La sabiduría que floreció en el México antiguo, es la misma de Egipto, es la misma de la India milenaria, la tierra sagrada de los vedas; es la misma de Troya, de Roma, de Cartago. Quienes piensan erradamente que nuestros antepasados de Anáhuac adoraban ídolos, están totalmente equivocados, porque México tiene una cultura extraordinaria y maravillosa que deviene de los más antiguos tiempos; bien podría México haber conquistado a Europa, para haberle enseñado la Doctrina Solar, para haberla llevado al nivel de la más alta civilización.
Frag. Samael Aun Weor